El sistema colonial español había entrado en una etapa de crisis. Las antiguas instituciones socio – económicas y políticas, que se implantaron en las colonias con las reformas borbónicas, afectaban indistintamente a todas las clases sociales americanas, conduciendo a las diferencias entre criollos y españoles. Debido a que estas reformas desplazaron a los criollos de los cargos públicos importantes como las gobernaciones y alcaldías y además frenaron su proceso de enriquecimiento, que unido al comercio libre con altos impuestos y a la lealtad que las masas de la población nativa otorgaron a la Corona, en reconocimiento, a la protección que de ella recibieron contra los abusos de la oligarquía criolla dueña de la riqueza, provocaron serias fricciones entre estas dos clases sociales.

El visitador Gutiérrez de Piñeres publicó la instrucción de los nuevos impuestos el 12 de octubre de 1780, en el cual reglamenta la alcabala y el impuesto de Armada de Barlovento y los impuestos de guías y tornaguías con repercusión en los comerciantes.
Solo los abusos del visitador habían establecido un ocasional vínculo de solidaridad entre la oligarquía criolla y el pueblo, debido a que ambos sufrían las consecuencias de la política fiscal de la dinastía borbónica.

Una vez vendidos los resguardos en subasta pública, los indígenas que los habían habitado por siglos fueron recluidos en otros más alejados de los centros de población, y la mayoría de los nativos trabajaron como peones en las haciendas.
Con las medidas descritas, la Corona deja de ser un intermediario paternalista entre la aristocracia criolla y el indígena y viene a constituirse en explotación de todos.
Solo los abusos del visitador habían establecido un ocasional vínculo de solidaridad entre la oligarquía criolla y el pueblo, debido a que ambos sufrían las consecuencias de la política fiscal de la dinastía borbónica.

Una vez vendidos los resguardos en subasta pública, los indígenas que los habían habitado por siglos fueron recluidos en otros más alejados de los centros de población, y la mayoría de los nativos trabajaron como peones en las haciendas.
Con las medidas descritas, la Corona deja de ser un intermediario paternalista entre la aristocracia criolla y el indígena y viene a constituirse en explotación de todos.

Es de resaltar el asalto que hizo el pueblo en una nutrida manifestación desde la Plazoleta de la Chiquinquirá a la Plaza donde vivían las familias más acomodadas de la ciudad, en medio del mercado que era uno de los más importantes de la región.
Un tumulto de alrededor de 2000 personas provistas con piedras y palos , y comandados por los tejedores José Delgadillo e Isidro Molina y por los carniceros Roque Cristancho, Pablo Ardila, Ignacio Ardila y Miguel Uribe, se arremolinaron frente a las casas donde se albergaban los ricos terratenientes y por supuesto la del señor alcalde de primer voto don José Ignacio de Angulo y Olarte, momento en el cual una mujer de color mulato, llamada Manuela Beltrán, arrancó y pisoteó el Edicto Real fijado en la puerta de entrada, al grito de “Viva el Rey Muera el Mal Gobierno”
En ese instante también fueron asaltadas las rentas reales y el tabaco fue quemado, atacados los estancos de aguardiente para derramar el licor y las oficinas de recaudación, de donde se sacaron los libros de cuentas de alcabalas, guías y tornaguías para posteriormente proceder a incinerarlos.
El gesto de Manuela Beltrán comunicó su propia audacia, y la ira contenida en la multitud y millares de gentes hicieron sentir entonces el terrible poder de un pueblo enfurecido.
El ejemplo de mi Socorro fue seguido por casi todos los municipios cercanos: Simacota, San Gil, Pinchote, Confines, Barichara, Chima, Guadalupe y Charalá.Pero para iniciar la revolución era necesario un dirigente, papel que fue asumido por Juan Francisco Berbeo y una junta asesora de la cual formaba parte don Salvador Plata la personalidad más importante de la oligarquía criolla, a la que se unieron José Monsalve, Francisco Rosillo, Antonio Molina y Manuel Ortiz. Ante la medida revolucionaria, Gutiérrez de Piñeres convocó a junta general de tribunales, sin lograr solución alguna. Temeroso por su vida Gutiérrez de Piñeres huye a Honda.

El ejemplo de mi Socorro fue seguido por casi todos los municipios cercanos: Simacota, San Gil, Pinchote, Confines, Barichara, Chima, Guadalupe y Charalá.Pero para iniciar la revolución era necesario un dirigente, papel que fue asumido por Juan Francisco Berbeo y una junta asesora de la cual formaba parte don Salvador Plata la personalidad más importante de la oligarquía criolla, a la que se unieron José Monsalve, Francisco Rosillo, Antonio Molina y Manuel Ortiz. Ante la medida revolucionaria, Gutiérrez de Piñeres convocó a junta general de tribunales, sin lograr solución alguna. Temeroso por su vida Gutiérrez de Piñeres huye a Honda.
Berbeo enterado de la huida del regente, nombró a José Antonio Galán como comandante de la tropa del Socorro.Viendo la avanzada de las tropas criollas hacia la capital, se resuelve empezar la negociación de los 35 puntos del tratado propuesto, pero el ejército comunero presentía traición, pues había rumores que el Virrey Caballero y Góngora sobornaba a Berbeo.
Por tal razón los revolucionarios decidieron avanzar hacia la capital inmediatamente, obligando así a firmar las capitulaciones que fueron aprobadas y burladas, puesto que una vez se disolvió el ejército popular se tomaron represalias contra los manifestantes, cayendo preso José Antonio Galán quien fue juzgado y condenado a la horca; posterior a su ejecución fue descuartizado y sus miembros repartidos en los pueblos vecinos, quedando en mi pueblo la mano derecha. Ésto se hizo como escarmiento para la población.
Conocedores del eco de la Revolución Francesa y de la emancipación norteamericana, mi Socorro, que había sido azotado por la Metrópoli, lanzó desde el 8 de noviembre de 1809 su proclama.

Fue tan evidente esta preocupación, que el Cabildo del Socorro el 26 de mayo de 1810 aprobó un Acuerdo en el cual preguntaban al jefe de las fuerzas Militares Teniente Coronel Antonio Fominaya. ” ¿Diga qué novedad hay?, pues extrañamos y vemos como un caso de manifiesta hostilidad el continuo pasar de armas de la Casa del Corregidor Valdéz al Cuartel y del Cuartel a la casa de éste, sin motivo alguno”.Fominaya y Valdéz se abstuvieron de dar respuesta. Desde entonces con nuevos refuerzos de tropas solicitadas a Santa fe de Bogotá se incorporaron y estrecharon aún más la vigilancia sobre las personas que suponían eran sospechosas.La situación era alarmante, crecía la desconfianza por parte de los gobernantes. Muy pronto se conoció una lista de traidores al gobierno entre las cuales figuraban hijos ilustres de mi Socorro entre los que la encabezaban estaban: el Dr. José Lorenzo Plata y Juan Francisco Ardila, Alcaldes Ordinarios, motivo que llevó al corregidor Valdéz a mantenerlos a raya y en el menor tiempo declararlos proscritos.



De esta manera y con un Cabildo Abierto se comunicó por medio de un acta para que se restableciera un nuevo gobierno y así los socorranos por fin pudieran respirar aire de libertad y se conservara nuestra sagrada religión.

(Nació en Pinchote, en ese entonces Provincia del Socorro, el 10 de abril de 1782 y murió en mi Socorro el 28 julio de 1819).María Antonia Santos Plata fue una de las grandes heroínas de la Independencia de mi país. Era hija de Pedro Santos Meneses y Petronila Plata Rodríguez. Su niñez y juventud transcurrieron, al lado de sus padres, en la hacienda de El Hatillo.Por este tiempo en la provincia del Socorro se manifestó el más grande descontento social y económico contra el gobierno colonial, que se proyectó en el movimiento insurreccional de los Comuneros, esto sucedió en el año de 1781; es entonces cuando Antonia Santos se forma en un ambiente de rebeldía y descontento.

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